El inglés, un problema de base
Volvemos al punto de partida. El inglés sigue siendo la asignatura pendiente. En contra de lo que se aprobó en 2013, las universidades catalanas pueden optar por no exigir a sus estudiantes la acreditación del nivel B2 de una lengua extranjera para acabar los estudios. Y así ha sido.
Esto afecta a los y las estudiantes que empiezan este curso 2021-2022 la carrera universitaria. Por supuesto, hay algunos grados que exigen la acreditación de un nivel determinado. Unos ejemplos son el Grado de Filología Inglesa, en cuyo caso sí que hay que acreditar un nivel B2 para acceder al grado, o el Grado de Empresa Internacional, que exige un B1 en inglés, puesto que la carrera se imparte totalmente en inglés.
Motivos por los que en la universidad no se exige un nivel B2 de inglés
¿Por qué se ha llegado a esta conclusión? Vamos a hacer un poco de historia. En 2013, el Govern aprobó que todos graduados y graduadas a partir de 2018 tendrían que acreditar un nivel B2 de una tercera lengua (inglés, francés, alemán o italiano).
Cuando ese plazo estaba a punto de cumplirse, las universidades comprobaron que un porcentaje muy elevado de estudiantes no tenían los conocimientos de inglés (o una tercera lengua), por lo que no podrían graduarse, así que solicitaron, y consiguieron, una moratoria de cuatro años más para aplicar esa exigencia.
Fracaso de los recursos públicos para la mejora de los idiomas en la comunidad universitaria
La Generalitat se puso manos a la obra y puso en marcha una página web donde se dan consejos sobre dónde y cómo obtener títulos de lenguas extranjeras, y un Programa de becas y ayudas (Parla3) para que los estudiantes matriculados en una universidad catalana pudieran conseguir la competencia en una tercera lengua extranjera. Un programa que no ha tenido mucho éxito entre los estudiantes.
Ahora, ocho años después, el Consell Interuniversitari de Catalunya (CIC) considera que estos recursos no han sido suficientes para conseguir que los universitarios y universitarias consigan una competencia lingüística de nivel B2. Por ello, el CIC ha considerado necesario flexibilizar los criterios y adaptarlos a las necesidades de cada universidad.
El CIC ha propuesto flexibilizar también las vías que permiten demostrar los conocimientos y competencias de terceras lenguas, así como ampliar el abanico de lenguas incluidas en la acreditación, ya que ahora sólo se contempla el inglés, francés, alemán e italiano.
De esta manera, cada universidad puede decidir qué vías considera más adecuadas para que sus estudiantes puedan demostrar sus conocimientos y competencias de terceras lenguas.
Finalmente, el Govern ha anunciado que el nivel B2 no será un requisito para tener un título universitario.
¿Cómo gestionarán los idiomas las universidades?
Resumiendo, ahora sencillamente se exigirá que los y las estudiantes acrediten los conocimientos y competencias suficientes de una lengua extranjera, y cada universidad podrá decidir cómo demuestra que sus alumnos y alumnas tienen un nivel adecuado de inglés, francés, alemán o italiano.
¿Habrá un acuerdo común entre universidades? ¿Conseguirán consensuar directrices básicas sobre las que trabajar? Difícil de saber, ya que la postura de las universidades hasta el momento ha sido dispar: ha habido universidades que han apostado por incluir materias en inglés y otras que no lo han hecho.
Además, esta decisión puede significar que los requisitos para los estudiantes de una misma carrera pueden ser distintos en función de la universidad en la que decidan cursar sus estudios. A su vez, esto puede implicar que algunas universidades usen el baremo de lengua extranjera como herramienta de marketing para ser más atractivas que las de la competencia.
De momento, algunas universidades aceptan un trabajo de fin de grado en inglés para validar el conocimiento idiomático, y otras obligan a cursar cierto número de créditos en una tercera lengua que no sea ni catalán ni castellano, y las hay que ni siquiera se plantean exigencia alguna y han eliminado el requisito de acreditar el nivel B2 de una lengua extranjera para graduarse.
Todo esto provocará desigualdad entre los estudiantes que se gradúen, ya que algunos tendrán un nivel lingüístico muy superior a otros, dependiendo de la universidad donde hayan cursado el grado.
Los datos son demoledores. En un estudio reciente, se concluyó que España tiene el mismo nivel de inglés que hace 10 años y sigue en la cola de Europa, con un nivel parecido al de Italia, Bielorrusia o Albania.
Es una lástima que se tomen decisiones de esta envergadura y es especialmente preocupante en un momento en el que el paro juvenil está disparado y, a la vez, hay estudios que indican que un tercio de las ofertas laborales requieren un buen nivel de inglés. Toda una contradicción.