¿Son los niños y niñas del siglo XXI realmente nativos digitales?

El término «nativo digital» se refiere a aquellas personas que han nacido y crecido en un entorno rodeado de tecnología digital, y que, por lo tanto, tienen una mayor facilidad y habilidad para usarla. Sin embargo, ¿es este concepto realmente aplicable a todos los niños y niñas del siglo XXI? ¿Qué factores influyen en el desarrollo de sus competencias digitales? ¿Qué retos y oportunidades se presentan para la educación en la era digital?

En este artículo, intentaremos responder a estas preguntas desde una perspectiva crítica y reflexiva, analizando las ventajas y desventajas de ser un nativo digital, así como las implicaciones pedagógicas que se derivan de esta realidad. Para ello, nos basaremos en los estudios e investigaciones más recientes sobre el tema, así como en nuestra propia experiencia como docentes y usuarios de la tecnología.

¿Qué significa ser un nativo digital?

El concepto de nativo digital fue acuñado por el escritor y educador estadounidense Marc Prensky en el año 2001, para diferenciar a las nuevas generaciones de las anteriores, a las que denominó «inmigrantes digitales». Según Prensky, los nativos digitales son aquellos que han nacido después de 1980, y que, por lo tanto, han estado expuestos a la tecnología digital desde su infancia. Estas personas tienen una serie de características distintivas, tales como:

  • Una gran capacidad para procesar información de forma rápida y simultánea, utilizando múltiples canales y medios.
  • Una preferencia por el aprendizaje interactivo, colaborativo y basado en la resolución de problemas, más que por el aprendizaje memorístico y pasivo.
  • Una actitud creativa, innovadora y crítica ante la realidad, buscando siempre nuevas formas de expresarse y comunicarse.
  • Una adaptación constante al cambio y a las nuevas situaciones, mostrando flexibilidad y curiosidad.
  • Una identidad digital definida y consolidada, que se manifiesta a través de las redes sociales y las plataformas digitales.

Sin embargo, este concepto ha sido cuestionado y matizado por diversos autores, que señalan que no todos los niños y niñas del siglo XXI son nativos digitales, ni todos los nativos digitales tienen las mismas competencias y habilidades. Algunos de los factores que pueden influir en el grado de alfabetización digital son:

  • El acceso a la tecnología: no todos los niños y niñas tienen las mismas oportunidades de acceder a dispositivos, conexiones y recursos digitales, lo que genera una brecha digital entre los más favorecidos y los más desfavorecidos.
  • El uso de la tecnología: no todos los niños y niñas utilizan la tecnología de la misma forma ni con los mismos fines. Algunos se limitan a consumir contenidos pasivamente, mientras que otros los crean activamente. Algunos usan la tecnología para fines educativos o profesionales, mientras que otros la usan para fines lúdicos o sociales.
  • La educación en la tecnología: no todos los niños y niñas reciben la misma formación ni orientación sobre el uso responsable, ético y crítico de la tecnología. Algunos cuentan con el apoyo de sus familias o sus docentes, mientras que otros aprenden por su cuenta o siguiendo modelos poco adecuados.


Por lo tanto, ser un nativo digital no es una cuestión de edad o de generación, sino de competencia y de actitud. No basta con haber nacido en un entorno digitalizado, sino que es necesario desarrollar una serie de capacidades y habilidades que permitan aprovechar al máximo las potencialidades de la tecnología, así como evitar o minimizar sus riesgos.

¿Qué retos y oportunidades se presentan para la educación en la era digital?

La educación en el siglo XXI debe adaptarse a las necesidades y demandas de los niños y niñas del siglo XXI, que son al mismo tiempo usuarios y protagonistas de la sociedad digital. Esto implica una serie de retos y oportunidades para el sistema educativo, tales como:

  • Incorporar la tecnología como un recurso didáctico y como un objeto de aprendizaje, aprovechando sus ventajas para facilitar el acceso a la información, la motivación, la personalización, la interacción, la colaboración y la evaluación.
  • Fomentar el desarrollo de las competencias digitales, entendidas como un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que permiten usar la tecnología de forma eficaz, eficiente, responsable y crítica. Estas competencias incluyen aspectos como la búsqueda, selección, análisis y creación de información; la comunicación, participación y colaboración en entornos digitales; la protección de la identidad, la privacidad y los datos personales; el respeto a los derechos de autor y a la propiedad intelectual; la prevención y resolución de conflictos y problemas derivados del uso de la tecnología; y el desarrollo de una conciencia digital ciudadana y solidaria.
  • Promover el aprendizaje a lo largo de la vida, entendido como un proceso continuo, autónomo y significativo, que se adapta a los intereses, necesidades y objetivos de cada persona. La tecnología ofrece múltiples oportunidades para acceder a fuentes de conocimiento diversas y actualizadas, para aprender en cualquier momento y lugar, para compartir experiencias y recursos con otras personas, y para actualizar y ampliar las competencias profesionales y personales.
  • Innovar en las metodologías y las estrategias educativas, buscando nuevas formas de enseñar y aprender que sean más acordes con las características y preferencias de los nativos digitales. Algunas de estas formas son el aprendizaje basado en proyectos, el aprendizaje basado en juegos, el aprendizaje invertido o flipped classroom, el aprendizaje móvil o m-learning, el aprendizaje social o s-learning, el aprendizaje adaptativo o a-learning, el aprendizaje mixto o b-learning, el aprendizaje abierto u o-learning, entre otras.
  • Formar al profesorado en el uso pedagógico de la tecnología, dotándolo de los recursos, las competencias y la confianza necesarios para integrarla en su práctica docente. El profesorado debe asumir un rol de guía, facilitador y mediador del aprendizaje de sus alumnos y alumnas, así como de modelo y referente en el uso responsable y crítico de la tecnología.

En conclusión, los niños y niñas del siglo XXI son potencialmente nativos digitales, pero no necesariamente lo son. Para que lo sean, es necesario que tengan acceso a la tecnología, que la usen de forma adecuada y que reciban una educación que les ayude a desarrollar sus competencias digitales.

La educación en la era digital supone un desafío y una oportunidad para el sistema educativo, que debe renovarse e innovar para responder a las demandas y expectativas de los nuevos estudiantes.

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